Nos animó a unirnos a esta iniciativa y me ha parecido un trabajo casi terapeútico. Ayer, mientras preparaba una tortilla para cenar estuve haciendo el borrador mental de este post y... ¡madre mia! ¡podría escribir un libro!
Yo empecé este blog con mucha ilusión, no estaba muy segura de si sería capaz de darle continuidad, y ya va por casi dos años.
Al principio, me obsesionaba con los seguidores, los comentarios, con visitar todos los blogs del mundo y comentar... Ahora es distinto, aunque me guste ver que los seguidores y visitas crecen no me preocupa. Visito muchos blogs pero no comento en todos, no tengo tiempo de decir a todos si me gusta o no la receta y entiendo que ocurre igual al contrario.
Mi plantilla es igual desde el principio, siempre quiero cambiarla pero al final no lo hago, me da pereza y paso de pagar a alguien para que me diseñe el blog. Eso si, me muero de envidia con blogs maravillosos que veo por todas partes.
Hago las fotos con una buena cámara reflex que no sé utilizar, no sé retocarlas y no tengo paciencia para preparar decorados. Todas las fotos están hechas en la mesa del salón que es blanca y ahora todas las fotos son con fondo blanco. Mi marido dice que les falta luz y yo añado que también les falta talento.
Las hago en medio minuto porque unos segundos después nos lo comemos. Yo no recaliento la comida por hacer las fotos y no entiendo que haya alguien que lo haga.
No sé de donde saca la gente esos palets para las fotos, dónde guardan tanto bol, tanto trapo de cocina, tanto mantel, tanto cubierto, tanto cake stand... Y mucho menos presupuesto...
Hay muchas cosas que no sé hacer, que no me salen. Todo lo que preparo es fácil y normalmente ultrarrápido, pero todo, todo son cosas que me gustan y que en casa las consideramos riquísimas.
Al principio me agobiaba porque quería hacer cosas grandiosas, complicadísimas, pero eso no es mi blog. Quiero que el que me visite se lleve una receta no que se vaya pensando que eso no lo hace ni de coña, que es imposible hacerlo...
Me pone de mala leche y he dejado de leer algún que otro blog porque solo hablan de aquello que les regalan. A mi no me mandan nada y no sé si quiero porque me parece que se pierde objetividad.
Soy super desordenada, uso millones de cacharros para cocinar y dejo la cocina hecha un desastre. Me corto prácticamente todos los días y si no me quemo...
No me gusta que entren en la cocina cuando estoy cocinando, me agobio y me molesta todo.
No me pongo delantal, muchos cubiertos acaban en la basura misteriosamente y no me gusta que el agua del grifo de la cocina me toque la cara.
Soy tremendamente feliz y tengo mucha suerte en la vida y a veces me da apuro que la gente lo vea...
Antes era más comprensiva, más dulce y me preocupaban más las cosas que pasaban a mi alrededor y eso hace que tenga remordimientos, porque de esos tengo a montones...
Me imagino a muchas blogueras cocinando en cocinas enormes, con tacones y el ojo pintado para niños rubios repeinados que sacan sobresalientes. Me imagino que su cocina la limpian a golpe de varita y yo quiero ser así... aunque se cocina tan a gustito con el pijama y las zapatilla de andar por casa...
Siempre tengo proyectos e ideas en la cabeza que me gustaría llevar a cabo y que sé que no haré nunca. Me da rabia no tener más empuje.
Me gustaría ser como Mary Poppins "prácticamente perfecta en todo" pero soy todo lo contrario "prácticamente imperfecta en todo".
Y podría seguir y seguir y seguir...
¿Os atrevéis a contar todo lo que hace que esta vida blogueril sea menos irreal?
Mañana... ¡tazas de crema de chocolate!